Sanación en Acción

Viajes Médico Misionero

Suministrar servicios médicos gratuitos a individuos, familias e indigentes. Atender las necesidades de los pobres y dolientes Aliviar y consolar a los que sufren, atender a los enfermos. Dar de comer al hambriento, de beber al sediento y vestir al desnudo. lnstruir educar a los ignorantes y aconsejar a los inexpertos.

Directores Médicos: Dr. V.M. Villalobos, Dr. D.B. Laws

Lugar: Mesa del Huracán, Chihuahua, México

Fechas: 27/06/04 y 17/07/05

Población: Aproximadamente 2000 habitantes

Distancia desde El Paso en autobús: 7 horas

Servicios médicos: Atención médica familiar para niños, adolescentes, mujeres, hombres y adultos mayores, incluyendo enfermería, fisioterapia, educación para la salud, logopedia, farmacia y servicios de laboratorio.

Número de pacientes atendidos: Más de 1100 visitas al consultorio

Distribución de pacientes: 385 hombres

715 mujeres

770 adultos, hombres y mujeres

110 adultos mayores, hombres y mujeres

220 niños y adolescentes

Número de recetas: 1375

Tipos de enfermedades: Se trataron más de 200 enfermedades diferentes

Procedimientos quirúrgicos menores: La destrucción de verrugas, la incisión y el drenaje de abscesos, y la extirpación de cánceres de piel fueron los procedimientos quirúrgicos menores más comunes entre los más de cincuenta realizados.

Número de análisis de laboratorio: Se realizaron más de 200 análisis de laboratorio, que incluyen pruebas de anemia, detección de sangrado y cáncer de colon, glucemia, análisis de orina y preparaciones húmedas para infecciones.

Equipo médico duradero: 3 andadores, 3 juegos de muletas, 5 aparatos ortopédicos y 12 sillas de ruedas

Servicios espirituales: Reuniones evangelísticas, visitas domiciliarias individuales, estudios bíblicos. Los materiales escritos y la escuela bíblica fueron la base de la educación espiritual proporcionada.

Educación física: Se brindó durante la semana mediante la participación en deportes como baloncesto, voleibol, fútbol y béisbol.

Servicios sociales: Se atendieron las necesidades sociales mediante todas las actividades mencionadas.

Servicios de alimentación: Más de 100 niños recibieron desayuno y una merienda después de la escuela bíblica cada día. Aproximadamente 50 niños recibieron una comida caliente todos los días durante el año escolar.

Servicios de construcción: Se incluyeron reparaciones a iglesias, viviendas particulares e instalaciones públicas como escuelas.

Donaciones: Se donaron televisores/reproductores de CD, refrigeradores, estufas, equipo deportivo y computadoras para uso público y con fines educativos. También se donó equipo médico duradero como sillas de ruedas, andadores, aparatos ortopédicos, muletas, etc.

Actividades de Preparación Inicial

Los preparativos iniciales para la misión médica de la Clínica Familiar Adventista comenzaron con la gestión de permisos en la oficina de aduanas mexicanas, un paso necesario para cruzar la frontera de manera legal y sin contratiempos. Posteriormente, los voluntarios se reunieron en el estacionamiento para un momento especial de oración, buscando la bendición y protección de Dios antes de la salida. Se dieron las instrucciones finales a todo el equipo, asegurando que todos estuvieran alineados y listos. Los suministros—especialmente materiales médicos y de apoyo vitales—fueron cuidadosamente y eficientemente empacados en cajas para su transporte. Un remolque de alquiler amarillo brillante fue traído para manejar el gran volumen de materiales, ayudando a los voluntarios a transferir todo a los vehículos asignados. Los suministros y el equipo fueron luego distribuidos en varios vehículos para un despliegue organizado. Una vez empacado y organizado todo, los voluntarios abordaron el Autobús #3 en un parque local en Ciudad Juárez, México, conocido como “El Chamizal”, con destino al lugar de alcance en Chihuahua. Al llegar a la frontera, el equipo fue inspeccionado por los oficiales de aduanas mexicanas en el punto de control aduanero de Kilómetro 28, donde se revisó el contenido de las cajas antes de otorgar el paso a México. Estos pasos destacan el cuidado espiritual, estratégico y logístico que se puso en marcha para iniciar este esfuerzo misionero compasivo.

En El Camino

Nuestro viaje comenzó con una parada memorable en Villa Ahumada, donde fuimos recibidos por el aroma tentador de quesadillas recién hechas. Los voluntarios se reunieron en un puesto local para disfrutar de quesadillas de queso asadero, un platillo regional conocido por su rico sabor. La camaradería y la alegría de compartir una comida juntos marcaron un tono cálido para la misión que teníamos por delante. Estos momentos sencillos—comer juntos, reír y abrazar la cultura—se convirtieron en destacados significativos de nuestro viaje.

El trayecto escénico a través de las montañas de Chihuahua ofreció vistas impresionantes y un recordatorio silencioso de la creación de Dios. Con corazones llenos y espíritus elevados, seguimos avanzando hacia nuestro destino final, agradecidos tanto por el viaje como por la comunión en el camino.

Bienvenida, Destino Final

Our mission brought us to the heart of Chihuahua, Mexico, where two towns—El Largo Maderal and Mesa del Huracán—welcomed us with open arms. El Largo Maderal, a community of around 7,000 people, and Mesa del Huracán, a smaller town of about 2,000, were both recipients of medical services provided by the Adventist Family Clinic.

In Mesa del Huracán, the contrast between the warm spirit of the people and the visible challenges of poverty was striking. Modest homes lined unpaved streets, and yet hope was evident in every encounter. A central town hall, humble yet vital, became the hub for evangelistic meetings, graduation ceremonies, and the distribution of wheelchairs, transforming it into a place of healing and celebration.

Medical services were provided in the local elementary school, Adolfo Lopez Mateos, where classrooms became temporary clinics. The colorful murals painted on the walls stood as silent testimonies of the town’s resilience and identity. A different view of the school facility revealed the humble yet functional spaces that allowed care and compassion to be shared freely.

These final destinations on our journey were not just places on a map—they were communities where lives were touched, hope was renewed, and the mission found its purpose.

Voluntarios

En el corazón de toda misión están los dedicados voluntarios que la hacen posible. Este diverso equipo—compuesto por médicos, enfermeras, proveedores de nivel medio, asistentes médicos, educadores de salud, maestros de Biblia, trabajadores de la construcción, equipo culinario, administradores, asistentes administrativos, pastores y recepcionistas—se unió con un propósito compartido: servir a otros con compasión y excelencia. Ya sea reunidos para una foto grupal o trabajando arduamente, cada voluntario aportó sus habilidades únicas y un espíritu alegre al esfuerzo.

Desde el momento en que llegaron, los voluntarios no perdieron tiempo. Los suministros médicos, el equipo donado y un refrigerador fueron rápidamente descargados y organizados. Trabajando en armonía, distribuyeron “paquetes de misión médica” que contenían medicamentos esenciales destinados a familias necesitadas. Junto a estos esfuerzos, se organizó y preparó literatura cristiana para ofrecer ánimo espiritual y apoyo evangelístico.

La escuela local recibió el refrigerador donado, lo que aseguró el almacenamiento seguro de alimentos para el desayuno de los niños durante todo el año. Además, se envió un cheque mensual a la escuela para ayudar a cubrir el costo de su programa de desayunos subsidiados por el gobierno durante 1 año. Los voluntarios también apoyaron en la logística práctica, como devolver rampas de camión prestadas y preparar espacios para las actividades de la semana. Con sonrisas y las mangas arremangadas, desempacaron herramientas educativas y medicinas—listos para transformar aulas en clínicas.

Este espíritu de servicio, trabajo en equipo y propósito lleno de fe se reflejaba en cada tarea. Cada mano que levantó una caja o brindó atención desempeñó un papel vital en llevar esperanza y sanidad a las comunidades que sirvieron.

Dormitorios

As the mission team settled into their assignment, sleeping arrangements were organized with flexibility and creativity. Volunteers gathered for the assignment of sleeping quarters, receiving instructions and support from team leaders as they prepared for the week ahead.

Lodging varied depending on availability and need. Some volunteers were housed in a private home, offering a modest yet welcoming shelter. Others camped out in tents pitched behind the local church, embracing nature and simplicity under the open skies. A school warehouse was also adapted into temporary sleeping space, highlighting the team’s willingness to adapt and make the most of every resource.

Whether resting on a mat indoors or in a tent under the stars, these humble quarters served as a reminder that comfort took second place to the greater calling of service. Each volunteer laid down to sleep knowing their presence was making a meaningful impact in the lives of those they came to serve.

Hora de Trabajar

Con corazones dispuestos y manos preparadas, el equipo misionero pasó al propósito central de su viaje: atender a los pacientes con un cuidado médico lleno de compasión. Desde el momento en que la clínica abrió sus puertas, los voluntarios trabajaron arduamente atendiendo una amplia gama de necesidades con energía, gracia y precisión.

Las estaciones de registro recibían a los pacientes con calidez y organización, asegurando que todos fueran atendidos. El personal médico ofrecía evaluaciones de triaje, consultas y chequeos, mientras que los voluntarios trabajaban lado a lado con intérpretes locales para superar las barreras del idioma y fomentar una comunicación clara. Cada paciente fue tratado con respeto, sin importar su edad, trasfondo o condición.

La atención iba mucho más allá de la sala de consulta. Los médicos brindaron evaluaciones dermatológicas, cuidado de heridas, limpiezas de ojos y oídos, y educación en salud. Los niños recibieron un cuidado amoroso, y muchos pacientes recibieron los medicamentos y consejos nutricionales que tanto necesitaban. Los voluntarios adaptaron lentes de lectura, atendieron heridas infectadas y ofrecieron alivio para enfermedades no tratadas.

Una parte vital del alcance incluyó servicios dentales, con extracciones y limpiezas realizadas en áreas de tratamiento improvisadas. Los educadores de salud conversaban uno a uno con los pacientes para compartir información sobre higiene, dieta y prevención de enfermedades.

Cada momento capturado en estas páginas refleja un compromiso incansable con el amor en acción. El equipo no solo brindó atención médica—restauró la dignidad, ofreció consuelo y llevó sanidad a una comunidad profundamente necesitada.

Visitas Domiciliarias

En algunos de los casos más urgentes y delicados, la atención se brindó directamente en los hogares de los pacientes. Los proveedores de salud realizaron visitas domiciliarias para evaluar y tratar a personas incapaces de desplazarse, llevando tanto habilidad como compasión a los entornos más personales.

Un paciente, que luchaba contra una infección crónica de cadera tras una cirugía, recibió una cuidadosa evaluación mientras estaba rodeado de su familia. Una enfermera monitoreó sus signos vitales, y una inspección más detallada reveló una fístula con infección continua, lo que subrayaba la gravedad de su condición. Otro paciente, recientemente dado de alta del hospital y aún con fiebre, también fue evaluado y apoyado mediante atención de seguimiento en su hogar.

Más allá de la atención clínica, los voluntarios extendieron sus esfuerzos hacia la defensa del paciente. Se hicieron arreglos con funcionarios locales del gobierno para coordinar la hospitalización de emergencia de un paciente en estado crítico. Mientras tanto, una joven con parálisis cerebral fue visitada en su residencia por un médico y un fisioterapeuta, quienes evaluaron su entorno y necesidades con ternura y profesionalismo.

Estos momentos de atención al lado de la cama reflejan el corazón de la misión: llegar a las personas donde se encuentran, con dignidad, devoción y un compromiso inquebrantable con su bienestar.

Relaciones

Más allá de la atención física y el apoyo médico, esta misión estaba profundamente arraigada en algo aún más duradero: la conexión humana. Los voluntarios llevaron más que suministros y servicios; llevaron amistad, ánimo y amor.

Los maestros voluntarios ofrecieron apoyo social mediante una compañía genuina, abrazando a los pacientes y a los miembros de la comunidad con sonrisas y brazos abiertos. En momentos de soledad, especialmente entre los ancianos, gestos sencillos—como un abrazo reconfortante o una palabra amable—se volvieron profundamente significativos.

Estas interacciones a menudo florecieron en relaciones para toda la vida, donde se forjaron lazos a través de historias compartidas, oraciones y risas. La calidez de estas conexiones fue en sí misma una fuerza sanadora—recordándole a cada persona que era vista, valorada y nunca estaba sola.

Alimentando a los Niños

Una de las partes más alegres e impactantes de la misión fue asegurar que los niños recibieran algo que muchos de ellos no tenían: una comida nutritiva y preparada con amor. Durante varios días, los voluntarios se unieron para cocinar, servir y alimentar a los pequeños de la comunidad con cuidado y compasión.

Mujeres locales y equipos de voluntarios prepararon platos sencillos pero sustanciosos, incluyendo frijoles, tortillas, arroz y jugo. Desde la preparación en la madrugada hasta las largas filas del almuerzo, todos trabajaron al unísono para alimentar al mayor número posible de niños. Algunos de los pequeños llegaban descalzos, otros tímidos y con hambre—pero todos fueron recibidos con los brazos abiertos y platos llenos.

Las fotos capturan momentos de risas compartidas, comidas calientes y sonrisas agradecidas. Los niños comieron sentados en mesas, en aulas, en las aceras o bajo los árboles—dondequiera que encontraran un lugar. Para muchos, no fue solo alimento, sino un raro momento de seguridad y bondad. Algunos cargaban a sus hermanos menores, otros guardaban porciones para la familia en casa.

Más allá de llenar estómagos vacíos, este alcance recordó a cada niño que era visto, amado y valorado. Ya fuera un tazón de comida caliente o un abrazo tierno, estos pequeños actos de bondad dejaron una huella duradera en los corazones jóvenes. A través del servicio y la sencillez, el amor fue compartido de la manera más hermosa y nutritiva.

Escuela Bíblica

Cada día de la misión trajo consigo los alegres sonidos de niños cantando, aprendiendo y descubriendo el amor de Dios a través de un programa de Escuela Bíblica vibrante y acogedor. Docenas de pequeños participantes se reunieron para la Escuela Bíblica de Vacaciones, donde la fe y la diversión se unieron mediante lecciones, música, manualidades y juegos.

Las clases se realizaron tanto al aire libre como dentro del edificio escolar. Los niños cantaron himnos con entusiasmo, escucharon historias bíblicas y participaron en juegos grupales que enseñaban valores cristianos de una manera que podían comprender y disfrutar. Los voluntarios dirigieron cada actividad con cuidado y energía, animando a cada niño a sentirse incluido y valorado.

El arte y la creatividad llenaron los salones cuando los niños recibieron su propio conjunto de materiales escolares personalizados, incluyendo crayones, libros para colorear, tijeras y marcadores. Muchos mostraron con orgullo sus manualidades—coloridos recordatorios de las lecciones aprendidas y los recuerdos creados. Desde páginas para colorear hasta animales de papel, cada creación se convirtió en parte de su camino de fe.

Los niños mayores ayudaban a los más pequeños, mientras los voluntarios ofrecían orientación personal y un sincero ánimo. El programa creó un espacio seguro donde los niños podían expresarse, crecer espiritualmente y formar amistades que trascendían el aula.

La Escuela Bíblica no fue solo un tiempo de aprendizaje, sino también una celebración significativa de comunidad y amor. A través de cada canción entonada y cada versículo compartido, estos corazones jóvenes fueron inspirados y fortalecidos, sembrando semillas de fe que continuarán creciendo durante muchos años.

Educación en Higiene Oral

Enseñar buenas prácticas de salud fue una parte importante de la misión, y la higiene oral desempeñó un papel clave en ese esfuerzo. Los niños recibieron orientación práctica sobre cómo cuidar sus dientes, aprendiendo pasos simples y prácticos que podían marcar una diferencia duradera en su bienestar general.

A través de demostraciones divertidas e interactivas, los voluntarios mostraron a los niños cómo cepillarse los dientes correctamente y explicaron por qué el cuidado dental diario es importante. Cada niño recibió un cepillo de dientes y pasta dental, y muchos practicaron en el mismo momento, sonriendo con orgullo al aprender algo nuevo.

Esta lección pequeña pero vital empoderó a los niños con un conocimiento que podían llevar a casa y usar cada día. Más que un simple taller de higiene, fue un paso hacia la construcción de hábitos de salud para toda la vida—un cepillado a la vez.

Servicio Comunitario

El servicio se extendió más allá de la atención médica y la educación—también incluyó devolver a la comunidad a través de esfuerzos prácticos para mejorar los espacios compartidos. Voluntarios y jóvenes locales trabajaron juntos, hombro a hombro, participando en proyectos que trajeron restauración y orgullo a las áreas públicas.

A los niños se les enseñó el valor de ayudar a otros mediante la participación práctica. Los esfuerzos de limpieza incluyeron recolectar basura, arrancar hierbas y despejar áreas que habían estado descuidadas por mucho tiempo. Con orientación y trabajo en equipo, incluso los voluntarios más pequeños desempeñaron un papel importante al lograr una diferencia visible.

Los proyectos de pintura y reparación transformaron la apariencia y el ambiente del vecindario. Las áreas de juego de concreto fueron lavadas, repintadas y marcadas para juegos, aportando color vibrante y renovada funcionalidad al espacio. Los voluntarios pintaron canchas deportivas, repararon grietas e incluso ayudaron a arreglar equipos y estructuras.

Lo que comenzó como tareas simples se convirtió en poderosas lecciones. A través del servicio comunitario, los participantes descubrieron la alegría de trabajar por el bien de los demás. Cada pincelada, cada bolsa de basura y cada rincón reparado reflejaron un espíritu de unidad y cuidado que elevó a toda la comunidad.

Educación en Salud

Promover el bienestar duradero en la comunidad comenzó con la educación. A lo largo de la misión, se llevaron a cabo clases de educación en salud tanto para niños como para adultos, ofreciendo información esencial de manera accesible y atractiva.

Los participantes se reunieron en espacios al aire libre y en interiores para aprender sobre temas prácticos como higiene, nutrición, prevención de enfermedades y cuidado personal. Estas sesiones interactivas empoderaron a las personas con conocimientos que podían aplicar de inmediato en su vida diaria.

Se instaló una estación designada para la educación en salud, que incluía videos, materiales impresos, carteles y herramientas de aprendizaje. Los voluntarios también distribuyeron literatura de salud adaptada a las necesidades de la comunidad, asegurando que las familias se llevaran recursos para continuar aprendiendo mucho después de la partida del equipo misionero.

Este alcance ayudó a sembrar semillas de conciencia, fomentando elecciones y hábitos más saludables que podían mejorar vidas por mucho tiempo en el futuro. A través de instrucciones claras y materiales bien pensados, la educación en salud se convirtió en una parte vital del impacto duradero de la misión.

Servicio Culinario

Detrás de cada comida servida durante la misión estuvo un dedicado equipo de cocineros que trabajó incansablemente para nutrir tanto el cuerpo como el espíritu. El equipo de servicio culinario desempeñó un papel vital en el éxito de la misión, preparando alimentos no solo para los pacientes, sino también para los voluntarios que entregaban tanto de sí mismos cada día.

Con calidez y generosidad, las comidas fueron preparadas desde cero en cocinas humildes llenas de risas, oración y trabajo en equipo. Las mesas se llenaban de ingredientes, las ollas humeaban en las estufas, y el aroma de las comidas recién hechas llenaba el aire mientras los voluntarios picaban, revolvían y servían con alegría.

Desde el desayuno hasta la cena, el comedor se convirtió en un lugar de descanso y compañerismo. Miembros de la comunidad e invitados de la misión se reunían alrededor de las mesas para compartir no solo alimentos, sino también historias y gratitud. Algunos habían caminado por horas solo para recibir atención médica, y una comida caliente les ofrecía consuelo y fortaleza.

El equipo culinario sirvió con orgullo y un sentido de propósito. Ya fuera sirviendo arroz y frijoles, preparando sándwiches o simplemente sirviendo un vaso de jugo, cada tarea fue realizada con amor. Su bondad convirtió las comidas en momentos de conexión, y su servicio dejó un impacto duradero mucho más allá de las paredes de la cocina.

Construcción

A lo largo de la misión, los esfuerzos de construcción se levantaron como un poderoso símbolo de renovación—transformando espacios deteriorados e inseguros en estructuras firmes y acogedoras. En el centro de este esfuerzo estuvo la reconstrucción de una pequeña iglesia Adventista del Séptimo Día que había caído en deterioro, así como mejoras adicionales a las instalaciones circundantes.

Los voluntarios comenzaron evaluando los daños: paredes rotas, madera podrida, pisos faltantes y un techo que necesitaba ser reemplazado por completo. Con cuidado y determinación, los equipos retiraron materiales viejos, reforzaron la estructura, vertieron nuevo concreto y repararon sistemas de plomería y electricidad.

Cada etapa del proceso reflejaba trabajo en equipo y propósito. Se colocaron azulejos en los pisos, se pintaron las paredes, se instalaron baños y se restauraron muebles. Nuevas puertas y ventanas trajeron luz a espacios antes oscuros. En el exterior, los terrenos fueron limpiados y acondicionados, mejorando tanto la seguridad como la apariencia.

Lo que alguna vez fue un edificio en ruinas gradualmente se convirtió en un lugar de belleza y funcionalidad. Se construyó un nuevo púlpito, se repararon aulas y se renovaron los espacios de adoración. La iglesia recién restaurada se erguía no solo como una estructura física, sino como un lugar de culto, comunidad y esperanza.

La alegría fue inconfundible durante el primer servicio de sábado celebrado en el edificio restaurado. Sonrisas, cantos y gratitud llenaron el lugar. A través de estos esfuerzos de construcción, el equipo misionero ayudó a crear más que paredes—ayudó a construir un futuro.

Excursión

A mitad de la misión, el equipo tomó un breve descanso de sus rutinas diarias para disfrutar de una sencilla excursión al aire libre. Rodeados de la naturaleza, los voluntarios se reunieron en un lugar tranquilo cerca del agua, donde pudieron relajarse, reflexionar y reconectarse unos con otros.

La salida ofreció una pausa refrescante—un tiempo para respirar profundamente, disfrutar de la creación de Dios y fortalecer amistades fuera del contexto de trabajo. Para muchos, fue un momento de paz y alegría, que reforzó los lazos que los acompañarían durante el resto de la misión.

Donaciones

Uno de los aspectos más impactantes de la misión fue la generosa entrega de donaciones, puestas directamente en las manos de quienes más las necesitaban. Desde equipo médico hasta artículos de uso diario, cada objeto representó la bondad y la compasión de personas que se preocupaban.

El equipo misionero trabajó en estrecha colaboración con funcionarios y organizaciones locales para recibir, almacenar y distribuir las donaciones. Entre los obsequios más transformadores estuvieron las sillas de ruedas, andadores y bastones, los cuales fueron cuidadosamente ajustados y adaptados a cada beneficiario. Estos apoyos de movilidad abrieron nuevas posibilidades para individuos que durante mucho tiempo habían estado confinados o dependientes de otros.

Ropa, zapatos y productos de higiene fueron compartidos con las familias, ayudando a restaurar la dignidad y a cubrir necesidades básicas. Voluntarios dedicados organizaron y personalizaron cada donación, asegurando que cada artículo fuera entregado con atención y respeto.

Los niños se llenaron de alegría al recibir juguetes, peluches y equipos deportivos—balones de baloncesto, balones de fútbol y cuerdas para saltar que llevaron energía y sonrisas a los rincones tranquilos de la comunidad. Para muchos, estos regalos fueron los primeros de su tipo.

Los voluntarios también armaron kits de cuidado con artículos para bebés, madres y personas mayores. Estos paquetes, aunque sencillos, fueron expresiones de amor y humanidad. A través de cada donación, la esperanza se renovó, las cargas se aligeraron y las vidas fueron tocadas de manera tangible y duradera.

Para apoyar aún más a la escuela, la Clínica Familiar Adventista también dejó artículos muy necesarios, incluyendo un refrigerador, un televisor y equipo de cocina, asegurando que estos recursos continuaran beneficiando a los estudiantes en el futuro.

Graduación de la Escuela Bíblica

La conclusión de la Escuela Bíblica estuvo marcada por la emoción y la celebración, cuando niños, padres y maestros se reunieron para honrar el crecimiento y los logros de los estudiantes. Después de una semana llena de cantos, historias, manualidades y lecciones, llegó el momento de reconocer la dedicación y el aprendizaje de los niños con una ceremonia especial de graduación.

Los maestros prepararon refrigerios festivos, como pastelillos, para hacer que el día fuera memorable. Más de 100 niños participaron en el programa de la Escuela Bíblica, y cada uno tuvo un papel en la graduación—ya fuera a través de la música, una sonrisa, o caminando con orgullo por el escenario para recibir su diploma.

Los padres brillaban de orgullo al ver a sus hijos ponerse birretes rojos de graduación, sentarse en filas ordenadas y participar en el programa. El sentido de comunidad fue poderoso, con familias y voluntarios unidos en gozo y gratitud por lo que se había logrado.

La graduación también fue un momento para premiar el esfuerzo de los niños. Muchos recibieron pequeños obsequios que habían ganado durante la semana al participar, memorizar versículos bíblicos o ayudar a otros. Estos premios, desde juguetes hasta útiles escolares, fueron atesorados no solo por su valor, sino por lo que representaban.

Con diplomas en mano y corazones llenos de alegría, los niños avanzaron con sonrisas que decían más que mil palabras. La Escuela Bíblica dejó su huella—no solo en conocimiento, sino en las vidas que tocó con amor, propósito y fe.

Atendiendo las Necesidades Espirituales

Además de la atención médica, la educación y el apoyo físico, el equipo misionero también se enfocó en atender las necesidades espirituales de la comunidad. Se estableció una estación espiritual dedicada, donde los voluntarios interactuaban con los pacientes a través de la oración, la conversación y la proclamación de la verdad bíblica.

Cada tarde se llevaron a cabo reuniones evangelísticas, abiertas a todos los que deseaban aprender más acerca de Jesucristo. Estos encuentros se convirtieron en una fuente de consuelo, inspiración y reflexión. Personas de todas las edades asistieron, escuchando con atención los mensajes de esperanza y salvación.

Durante la semana, se distribuyó libremente literatura espiritual—libros y folletos que presentaban a las personas el evangelio y ayudaban a profundizar en la comprensión del amor de Dios. Incluso los más pequeños mostraban entusiasmo por escuchar y participar en estos momentos centrados en la fe.

Al atender el corazón además del cuerpo, la misión trajo una sanidad que fue más allá de lo físico. A través de esfuerzos sencillos pero poderosos, vidas fueron tocadas de maneras que seguirán resonando mucho después de que la misión haya concluido.

Bautismos

El impacto espiritual de la misión alcanzó un hito profundo y gozoso con un servicio especial de bautismos celebrado en el Lago Madera, en Chihuahua, México. Después de días llenos de ministerio, atención médica y enseñanza bíblica, los corazones fueron conmovidos a dar el siguiente paso en su camino de fe.

Voluntarios y candidatos viajaron juntos en autobús y en automóvil hasta el lago. Antes de que comenzara la ceremonia, el equipo se aseguró de que todas las medidas de seguridad estuvieran en su lugar—reflejando tanto el cuidado como la preparación para este momento sagrado. Las aguas tranquilas y las colinas circundantes ofrecieron un escenario hermoso y natural para la ocasión.

Uno a uno, los individuos dieron un paso adelante para declarar públicamente su fe en Jesucristo. Con oración, ánimo y apoyo espiritual, fueron sumergidos suavemente en el agua—un poderoso símbolo de renovación, compromiso y nueva vida.

Presenciar estos bautismos fue una experiencia profundamente conmovedora para todos los presentes. Cada persona que entró al lago salió con una sonrisa radiante, abrazada por un nuevo sentido de esperanza y pertenencia. Para el equipo misionero, fue un recordatorio de que su labor tenía un significado eterno, tocando corazones no solo por un momento, sino por la eternidad.

La Última Cena 

Al concluir la misión, el equipo se reunió para compartir una última comida juntos—una oportunidad para reflexionar, celebrar y dar gracias. Ya fuera en Rancho La Manga en 2004 o en un restaurante local en Madera en 2005, la última cena estuvo llena de conversaciones cálidas, risas y un profundo sentido de unidad.

Estas últimas comidas fueron más que una oportunidad para comer—fueron momentos de conexión. Se compartieron historias de la semana, se fortalecieron amistades y la gratitud llenó la mesa mientras todos recordaban las vidas tocadas y el trabajo realizado.

De Regreso a Casa

Antes de regresar a casa, el equipo hizo una última y alegre parada en una heladería local, un dulce cierre para una semana de servicio. Los voluntarios sonrieron, se relajaron y disfrutaron juntos de los placeres sencillos después de días de arduo trabajo y largas jornadas.

El viaje de regreso estuvo lleno de reflexión y compañerismo. Mientras el autobús avanzaba por el camino, continuaban las conversaciones y se creaban nuevos recuerdos. El regreso no fue solo volver a la rutina—fue el silencioso comienzo de llevar el impacto de la misión a la vida cotidiana.

Aunque el viaje terminó, la misión permaneció viva en los corazones de cada persona que dio, sirvió y amó en el camino.

Salmos 41 :1

Bienaventurado el varón que piensa en el pobre; en el día
malo lo salvará Jehová